
Pareciera que las deudas, en lo referido a la informatización de la sociedad, ahora se pagan a un costo más alto y urgente entre el estado de la infraestructura tecnológica, los altibajos de la economía y las nuevas medidas adoptadas en el país, que han venido a acelerar los cambios, al menos, en dos frentes fundamentales: los pagos electrónicos y la extensión del Servicio de Caja Extra.
Lo cierto es que cuando entró al ruedo el concepto de bancarización de la economía ya las largas colas en los cajeros automáticos exacerbaban disgustos y la extracción de dinero a través de dicho servicio seguía allí, como el dinosaurio de Monterroso, con un bajísimo impacto en el día a día de la mayoría.
Nada mejor que el curso natural de la vida y la economía hubiesen destrabado los nudos y no la necesidad en grado superlativo, como sucedió. Ideal habría sido si el cliente hubiese preferido pagar con tarjeta magnética, antes que en efectivo, convencido de la eficacia del trámite, o que el dependiente solícito recordara con frecuencia el código QR estampado en el cartel, consciente de que menos capital en la caja da tranquilidad, ahorra tiempo, y elimina los depósitos y el trasiego con poca o ninguna protección de los recursos financieros.
Más fácil reservar los billetes para esa otra larga lista de bienes de primera necesidad adquiridos en el mercado, más o menos informal, entre personas naturales, que no aceptan o no tienen los medios para poner en práctica el pago electrónico. Pensemos —precios aparte— en los ejemplos de una ristra de ajo comprada al carretillero de la esquina; el aguacate de temporada, o cualquier otro producto urgente.
Sin embargo, ninguno de estos beneficios recíprocos ha sido suficiente para aliviar tensiones y despejar el camino.
Como termómetro de la realidad podemos concentrarnos en las experiencias acumuladas por el Grupo Empresarial de Comercio en Ciego de Ávila, pues ¿en qué barrio o comunidad no hay una bodega? ¿Cuánto de lo recaudado allí pudiera llegar a los bolsillos a través del Servicio de Caja Extra y desahogar la cola en los cajeros automáticos?, ¿qué montos ingresarían directo a la cuenta de la empresa con el empleo habitual del pago electrónico?
De acuerdo con un informe presentado hace poco a la ministra del ramo, Betsy Díaz Velázquez, durante una visita a nuestro territorio, se habló de avances discretos con respecto al primer trimestre del año 2023, cuando se calificó como estancado el componente del comercio electrónico dentro del conjunto de indicadores que mide el perfeccionamiento del sector.
De un total de 1078 establecimientos, 989 tienen cobertura y, de ellos, en 916 están implementados los códigos QR para operar con EnZona, pero, hasta el cierre del mes de julio, se registraron solo 2185 operaciones; mientras que el avance de Transfermóvil, plataforma que no requiere el uso de datos móviles y que posee mayor cantidad de usuarios, se da a un ritmo más lento del esperado.
Asimismo, el Servicio de Caja Extra está presente en 222 bodegas a través de Transfermóvil y en 92 con EnZona, para el retiro de hasta 5000.00 pesos, aun cuando los números tampoco indican empleo extendido. Así lo confirman las 1273 operaciones reportadas.
Estas estadísticas ilustran, de paso, que la resistencia se da hoy a ambos lados del mostrador, sin saber con exactitud hasta dónde llegan el desconocimiento, las limitaciones tecnológicas, el poco incentivo o la voluntad para hacerlo bien.
No obstante, lo peor es que esto resulta solo una parte del todo, un eslabón intermedio, una partícula en un universo más grande y fragmentado de operaciones y acciones concatenadas que empiezan y terminan con la tecnología. Se supone que, a la larga, logremos dinamizar las finanzas y disminuir el uso del efectivo, aunque la duda razonable, también, está en línea.
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