En el año 2021, en Las Tunas fueron creadas 142 las unidades empresariales de base (UEB) pertenecientes al sector del Comercio, la Gastronomía y los Servicios y con ello recibieron facultades para la autogestión.

El camino del perfeccionamiento, que no ha estado exento de obstáculos objetivos, no ha sido todo lo feliz que la receta inicial anunciaba, y ha dejado al desnudo problemas a lo interno relacionados con la gestión, que durante décadas marcaron al sector.

No por gusto 16 de las 57 unidades vinculadas directamente con la gastronomía estatal no cumplen hoy con las utilidades, entre ellas, las empresas de Comercio y Gastronomía de los municipios de Jesús Menéndez, Majibacoa y Jobabo, y la de Gastronomía de Las Tunas; al tiempo que 35 de las 85 asociadas a los centros de elaboración de alimentos, alojamientos, servicios técnicos personales y del hogar y de ventas de mercancía lucen pérdidas.

El llamado a ser más competitivos, ahora que los productos autogestionados rondan el 90 por ciento de los que se utilizan en la elaboración y los servicios, se vuelve la única fórmula efectiva para salir adelante.

Blanca Rosa Carbonell, jefa de Brigada de la UEB Los Álamos en Majibacoa, asegura que no logran despegar las ventas. "La gente ni siquiera entra ya a la unidad y salimos a vender a la calle, los precios son demasiado altos y el poder adquisitivo en el municipio es muy bajo. Eso atenta constantemente".

En la UEB La Carreta, por ejemplo, el joven Carlos Pérez dice que elaboran lo que se puede en la unidad que les queda enfrente.

"Tratamos de tener precios diferenciados y ayudar, sobre todo, a las madres que tienen niños ingresados. Una completa sale entre 190.00 y 200.00 pesos. Tratamos de mantener la ración de arroz sobre los 30.00 pesos y que los platos fuertes no superen los 200.00 pesos. El resto de la oferta está centrada en las maltas, los refrescos de lata y lo poco que nos llega por el balance. 

Pero los dilemas van más allá, Oleidis Salcedo, coordinadora de Programas y Objetivos del Gobierno Provincial en Las Tunas, está consciente de que se encuentra muy deprimida la red de gastronomía popular en todo el territorio.

"Por ejemplo, en Jobabo, las cafeterías cercanas al hospital, a las escuelas, en los puntos de transporte masivo, las funerarias, casi no tienen ofertas.

"Tejer alianzas, buscar nuevos mercados, encadenar producciones, es algo que se conoce, pero no siempre se logra. Eso da la medida de que no hay una iniciativa en ese sentido; y es un problema que, en mayor o menor medida, existe en toda la provincia".

En el recorrido supimos que los productos más demandados son la leche saborizada, el refresco en bolsa, los panes, las pasticas y el peter. Y también que algunos productos demoran en llegar a las unidades o, muchas veces, venden cantidades que se van en un dos por tres.

En medio de este panorama, marcado por los altos costos y la necesidad de nuevos horizontes, el riesgo de que la soga se reviente por el lado más débil resulta evidente. Y en esa posición están, dentro del entramado de la gastronomía tunera, las personas que se benefician con el Sistema de Atención a las Familias (SAF).

Los abuelitos entrevistados para estas líneas agradecen cada esfuerzo y reconocen que se les explica, hasta el detalle, las características y dilemas de estos tiempos.

Sin embargo, Maricelis Pérez, administradora del SAF en Robotán, Majibacoa, sabe que no todo es color de rosa. "Si usted va a ofertarles el burro a 1.95 pesos, por ejemplo, pues no lo puede comprar al precio de la calle o al de los campesinos, que ya venden demasiado caro. La comida de los abuelitos está topada a 13.00 pesos, no podemos salir de ahí. Así que mantener un menú variado sigue siendo difícil". 

Más surtida está la tablilla del SAF que atiende la UEB Los Patios, en esta ciudad. Su director, Roberto Nápoles, asegura que a ellos la autogestión les da más margen para ayudar.

"Compramos viandas, ensaladas; y es cierto que algunos productos dan pérdidas, por ejemplo, el huevo nos lo facturan a 2.14 pesos y lo vendemos como máximo a 1.10 pesos o a 1.50 pesos cuando es frito. Así pasa con el picadillo, que lo compramos a 5.75 pesos y lo expendemos por ración a 4.20 pesos. Pero se puede".

DE CONTROLES Y OTROS DEMONIOS

Por estos días en la provincia se recontrolan todas las unidades categorizadas. Y en el proceso, aunque se notan mejorías, persisten las deficiencias. Así lo explicó Marilyn Jomarrón, directora de la Empresa de Comercio en Las Tunas.

"El municipio de Puerto Padre es el que muestra los mayores avances en el territorio y el de Jobabo las más grandes deficiencias. En el caso de esta ciudad, si bien continúa evaluada de regular, se notan mejoras.

"Entre las deficiencias que habitualmente se detectan están el desorden, la falta de higiene, afectaciones al consumidor, la venta de productos que no están en la tablilla y poca calidad en la elaboración de los alimentos".

Para Oleidis Salcedo revertir estos problemas depende, en buena medida, de que sean cada vez más activos los grupos municipales que funcionan para este proceso.

Ellos pueden ayudar a destrabar añejos mecanismos y facilitar el diálogo dentro de cada terruño, maneras efectivas de encadenar producciones locales y desterrar viejas prácticas.

Porque no son solo estos; bodegas, carnicerías y los mercados industriales e ideales también transitan por el perfeccionamiento. En el caso de estos últimos, los especialistas coinciden en que no existe del todo un despertar de las alianzas para la venta de mercancía, principalmente, para la de alimentos, que es lo que más necesita la población.

Quizás, en tal sentido, destaque ahora como un buen ejemplo el caso de El Serrucho, en esta urbe. Se constituyó como UEB desde el primero de enero de este año y sus trabajadores aseguran que reciben el salario de manera habitual, sin atrasos, se sienten satisfechos de lo alcanzado desde la autogestión, aspecto en el que lucen alianzas con empresas estatales, no tienen pérdidas y sí convenio con un trabajador por cuenta propia que los abastece de excelentes dulces.

ALIANZAS PARA CRECER

No es justo decir que ha sido un desacierto el perfeccionamiento del sector del Comercio y la Gastronomía en Las Tunas; sobre todo, porque lo protagonizan las mismas personas que lidian cada día con eso y ofrecen un servicio constante.

Pero que se impone seguir avanzando y que a estas alturas el camino debía estar mejor desyerbado resulta también una verdad de Perogrullo. Baste decir que, en una sociedad donde la informatización es casi necesidad de sobrevida, los ingresos del sector, a través del comercio electrónico, hasta el cierre del mes de febrero, rondaban apenas el ocho por ciento, o sea, poco más de tres millones 800 mil pesos.

Las tiendas de venta de materiales para la construcción están desprovistas y urgidas de afianzar esfuerzos con otras formas de gestión que les permitan comercializar productos que hoy no llegan por otra vía.

También subsisten dilemas en las 71 casas comisionistas que funcionan hoy en la provincia y las 12 tiendas que venden artículos a plazos, por citar apenas resortes que, de activarse, pueden ayudarnos a crecer desde dentro.

Por supuesto, quienes lucen una visión más comercial de los procesos son los primeros que están saliendo adelante. Esos han logrado abrirse camino en el entramado empresarial cubano y van encontrando las fórmulas para negociar, tocar las puertas correctas, abrirse a nuevas maneras y roles y, en igual medida, ofrecer bienes y servicios competitivos en un mercado donde la inflación y las carencias campean por su respeto.

Los otros, esperando aún con el piquito abierto que caiga la comida en la boca, van, lamentablemente, camino constante al descalabro. Así funciona la ley del mercado.

Quizás crear espacios de intercambios entre unos y otros, exigir más que controles, directivos competentes en la base, pueden ser fórmulas certeras para que los cambios acaben de cuajar. En medio de tiempos duros, cuando la comida escasea y los calores se exacerban, no es posible seguir esperando, con fórmulas añejas, los nacimientos del porvenir.