Cada segundo, minuto, hora, día y semana que duraron aquellos ocho meses, Joany Hidalgo Sánchez los contó con precisión. Ha sido el tiempo que más ha pasado sin trabajar y eso lo volvió loco; sobre todo porque en casa el dinero hacía falta, dos niños y una “entená” lo esperaban; y porque aprendió a siempre trabajar.