Cada día a nuestra redacción llegan decenas de mensajes de consumidores que muestran su inconformidad con la demora e inestabilidad de los productos de la canasta familiar normada. Desde hace varios meses la situación se ha convertido en un tema recurrente en diferentes espacios de la ciudad, donde los pobladores viven a la espera del arribo de productos demandados.

Si bien para nadie es un secreto que la cantidad de alimentos que los matanceros reciben mediante la libreta de abastecimiento no logra satisfacer las necesidades alimenticias para un período de 30 días, lo entregado representa al menos una especie de tabla de salvación, a donde todos recurren para aminorar los efectos de una inflación que ha elevado los precios por los cielos.

La economía del país diseñó un sistema de distribución que funcionaba como una especie de reloj suizo. Con anterioridad podría faltar algún producto puntualmente, pero nunca se comparó con lo que experimentan jubiladas como Bárbara Oña Corrales y Regla Alfonso Muñoz, vecinas de Pastorita que apenas logran suplir parte de su dieta con el monto de su jubilación, obligadas a adquirir en otros espacios comerciales lo que no llega a sus bodegas. 

A ello se suma otro complejo obstáculo que agudiza la situación, como los vacíos informativos. “El verdadero problema es la falta de organización, distribución, transportación y atención a la población en la bodega. Nunca hay una información precisa de los bodegueros hacia las personas”, comenta Stephan Averhoff Casanova, residente de esa localidad.

“Las personas siempre vienen a preguntar sobre el arribo de los mandados y nunca les podemos responder”, reconoce una de las dependientas del establecimiento Brisas del Mar. “La verdad, a nosotros ni siquiera nos informan de un día exacto sobre la llegada, simplemente los traen. Este mes nada más trajeron aceite y dos libras de arroz por persona”, declara.

Sin embargo, en la Dirección Estatal de Comercio (DEC), la joven Olianny Hernández Fonseca, especialista en Venta y Mercancía, monitorea en tiempo real la distribución de los productos en las 707 bodegas de la provincia.

En una tabla que le envían cada jornada desde la Empresa Mayorista de Productos Alimenticios (Empa) recibe el arribo de los suministros a todas las unidades de los 13 municipios. Hernández Fonseca se encarga además de llamar a los establecimientos para corroborar la información, aunque resulta imposible abarcar todas las entidades distribuidas en el territorio matancero.

Mas, desde la DEC afirman que la información recepcionada se comparte con los administradores y dependientes de las bodegas. Para ellos hay diversos mecanismos que propician el flujo en la comunicación.

“Los viernes se realiza una reunión en el Consejo de la Administración Municipal, donde comparece un representante de la empresa de Comercio; allí informan los pormenores sobre la distribución de la canasta familiar normada. Este funcionario es el encargado de hablar con los jefes de zona, y estos a su vez recorren las bodegas para explicar la distribución o no de cada producto”, asegura Micherka Rodríguez Ferrer, jefa provincial del Departamento de Atención al Consumidor en la DEC.

En todas las unidades existe una libreta de visita del comercial, donde los jefes de zona registran las orientaciones, fechas de arribos y el porqué de la demora con determinado producto.

A pesar de estos mecanismos, la información corre la misma suerte que ciertos productos. Aunque la DEC mantiene una comunicación estrecha mediante sus páginas institucionales y teléfonos, a diario se reciben decenas de llamadas que buscan claridad sobre la distribución. A la Oficina de Atención a la Población acuden numerosos consumidores para plantear sus inquietudes.

La EMPA también juega un papel determinante, y día por día desde la dirección de esta entidad se mantiene un vínculo estrecho con las autoridades de la provincia para informar cada detalle de la distribución.

El 9 de diciembre del pasado año, Ideal Rodríguez Durán, director general del organismo, reconocía en una entrevista a Girón los percances en la recepción y distribución de los suministros. 

Enumeraba contrariedades en el trasiego desde el exterior, demoras en el puerto por falta de financiamiento, además de dificultades en la transportación desde otras provincias. Ha transcurrido un mes y la inestabilidad continúa, aunque bien pudieran mencionarse algunos factores que mejorarían el difícil panorama.

Sin caer en falsas expectativas, la arrancada de los centrales Jesús Sablón y Mario Muñoz pueden contribuir a la llegada de azúcar a los hogares matanceros. Hasta el lunes 16 la canasta básica se encontraba a un 79 % de su completamiento, y solo restaban 40 toneladas (t) de arroz por distribuir en el municipio cabecera. En cambio, no sucedía así con el azúcar, el café o el frijol.

De un plan de 1 477 t de azúcar solo llegaron a las bodegas 301, aunque peor panorama presenta el frijol, sin presencia en toda la provincia. 

Sobre la comercialización del aceite, se conoció que la demora estaba en el arribo al país de un ferro. La ausencia del café, los granos y la sal también responde a factores objetivos, como la falta de materia prima en la torrefactora para el primero, y el resto no se encuentra en los almacenes de la provincia.

La población, en ocasiones, resulta presa de la escasa información. A esto se agrega el exceso de optimismo a la hora de fijar fecha para un posible completamiento, sin guardar correspondencia con la realidad que vive el país.

La opinión desfavorable de los consumidores crece cuando se ven obligados a adquirir arroz en otros establecimientos comerciales, y nadie se toma el trabajo de explicar que ese producto se adquiere a través de Mercabal, y no pertenece al balance nacional de la canasta familiar.

O que la entrega de azúcar blanca o cruda obedece a la situación coyuntural en que se encuentra el país, y cuando llega lo que se persigue es completar las cuatros libras per cápita.

Sobre el tema seguirán surgiendo inconformidades hasta que se logre la estabilidad. Mientras, lo que sí no se debe ausentar es la necesaria información a tiempo y con transparencia.