En un momento en que la joven Revolución cubana consolidaba sus primeras transformaciones, el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, sostuvo un encuentro decisivo el 20 de diciembre de 1959 con los trabajadores del comercio que se convertiría en una de las primeras declaraciones públicas de respaldo a quienes garantizaban el acceso de la población a bienes esenciales.

Fidel subrayó en aquella ocasión que los empleados del comercio habían sido “uno de los sectores más explotados antes del triunfo de la Revolución”. Denunció jornadas extensas, bajos salarios, discriminación laboral y la ausencia de mecanismos de protección.

El nuevo proceso social —dijo— estaba obligado a reparar esas deudas históricas.

El líder de la Revolución insistió en que los cambios económicos debían ir acompañados de un orden comercial más justo, donde el trabajador fuera parte activa y respetada del nuevo modelo de país. La honestidad, el trato digno a la población y la transparencia en la actividad comercial se presentaron como pilares éticos que, según expresó, debían distinguir de ahí en adelante a quienes servían al pueblo desde ese sector.

El discurso también reforzó una idea que marcaría la política pública de los años siguientes: el comercio, tanto mayorista como minorista,  debía responder al interés social. Fidel defendió que la función comercial no consistía únicamente en la circulación de mercancías, sino en asegurar equidad en el acceso y orden en la distribución.

Sus palabras anticiparon transformaciones posteriores, entre ellas la reorganización del sistema comercial, los controles de precios, la supervisión estatal y la eliminación de viejas prácticas asociadas al lucro excesivo.

Un mensaje vigente para el MINCIN

Visto desde la labor actual del Ministerio del Comercio Interior, el discurso de 1959 conserva intactos varios de sus ejes fundamentales: protección del trabajador comercial, ética en la prestación de los servicios y responsabilidad hacia la población.

En un contexto de creciente complejidad económica, aquellos principios continúan guiando los esfuerzos por perfeccionar los sistemas de abastecimiento, elevar la calidad de los servicios y fortalecer el vínculo entre el comercio y la ciudadanía.

A 66 años de aquel encuentro, la intervención de Fidel sigue siendo un documento clave para entender la construcción de una cultura comercial con sentido social. No solo describió las injusticias heredadas, sino que marcó el camino hacia un modelo donde el trabajador dispone de mayor protección, y donde la función del comercio se concibe como un servicio esencial para el bienestar del pueblo.

El mensaje de 1959 continúa invitando a la responsabilidad, al compromiso y a la participación activa de quienes, desde el comercio, sostienen cada día la vida cotidiana del país.