Enrique Garrido López, de 65 años, estibador, siente que las piernas son las mismas y no lo son; siente que los «hidráulicos» –los brazos, en el lenguaje del estibador– son los mismos y no lo son. Con una mezcla de alegría, y de tristeza, que se le puede leer cuando uno lo mira fijamente, dice que él es el mismo, y no lo es.